En numerosas ocasiones, en esta página, he mencionado las etapas de los futbolistas (iniciación, desarrollo y rendimiento), como, por ejemplo, cuando hago referencia a las categorías para las que están recomendados los ejercicios de entrenamiento que voy añadiendo. Lo primero que quiero dejar claro es que es esta clasificación es personal. Aunque también es verdad que es muy frecuente y, por lo general, suele englobar las siguientes categorías:
- Iniciación: desde Pre Benjamín hasta Infantil.
- Desarrollo: desde Cadete hasta Juvenil de segundo año.
- Rendimiento: a partir de Juvenil de tercer año.
En este artículo explicaré el por qué de esta clasificación (por qué incluyo a un Infantil en la etapa de Iniciación y no en la de Desarrollo, por ejemplo), los aspectos a tener en cuenta en cada categoría y el tipo de actividades y ejercicios más recomendados en cada etapa. Todo ello con el objetivo de aportar unas bases que ayuden a desarrollar sesiones de entrenamiento lo más adaptadas posibles a la categoría en la que nos encontremos.
Primera etapa: Iniciación
Así pues, la primera etapa en la vida del futbolista es la de Iniciación. Se trata de la primera toma de contacto del jugador con el balón y con el deporte en general. Por lo tanto, es imprescindible causar una buena impresión en él, que se sienta a gusto jugando al fútbol con sus compañeros y, sobre todo, que se divierta.
Esta etapa será determinante para que el jugador siga practicando este deporte o se decante por otro (o por ninguno), por lo que vuelvo a hacer hincapié en que lo importante es que disfrute. Y esto se consigue por medio de juegos y ejercicios con balón. Lo ideal sería tener un balón por cada niño y que el contacto con él a lo largo del entrenamiento sea el máximo posible. De esta manera, además, desarrollará mejor y más rápido las cualidades técnicas.
Ni que decir tiene que es una etapa en la que la «competición» (rendimiento, ganar a toda costa) y la «táctica» no deberían casi ni plantearse (y sin el casi). Esto parece evidente, pero en muchas ocasiones no es así, basta con ir a ver algún partido de Benjamines o Alevines…
Desde mi punto de vista, la competición y el hecho de jugar partidos siempre está bien, ya que es la esencia del deporte. Sin embargo, hay categorías en las que debería estar más adaptada a las características de los jugadores.
Por ejemplo, un partido de Pre Benjamín en el que juegan 7 contra 7 en un campo de unos 50×50 metros, con una duración de 30 minutos… quizás no sea lo más adecuado: dimensiones muy grandes, jugadores pequeños, poco tiempo… De esta manera el jugador no va a tener mucho contacto con la pelota y difícilmente se divierta, por lo que no estamos consiguiendo el objetivo buscado.
Otro problema que nos podemos encontrar en estas categorías es la diferencia de edad. Por ejemplo, en la temporada 2014-2015, la categoría Pre Benajmín incluye jugadores nacidos entre el 1 de enero de 2007 hasta el 31 de diciembre del 2008. De manera que, en una misma categoría, podrán coincidir un jugador que cumplió los 7 años en enero con otro que no cumpla los 6 hasta diciembre. Es decir, casi 24 meses de distancia entre uno y otro con la consiguiente diferencia física que a esta edad es determinante.
Entonces, ¿cuál sería la solución? Pues hay muchas y, lejos de entrar en estudios o razonamientos científicos, la más directa sería agrupar a los jugadores por edad (y no por categoría) y adaptar los partidos a las características de esa edad, tanto en espacio como en tiempo y número de jugadores, de manera que el protagonismo y la participación de cada jugador sea mayor.
- Pre Benjamín: partidos de 5 contra 5 o fútbol sala.
- Benjamín: 7 contra 7 (salto a fútbol 7).
- Alevín: 9 contra 9.
- Infantil: 11 contra 11 (salto a fútbol 11).
Se trata de una opción totalmente subjetiva, puede haber muchas más. Tampoco sería muy complicada, ya que la única diferencia con el modelo actual sería la de introducir partidos de 9 contra 9 o «fútbol 9». Quizás el principal obstáculo estaría en tener que adaptar las dimensiones de los campos, pero, al fin y al cabo, sería lo mejor para el desarrollo de los jugadores. En este sentido, el fútbol sala se convierte en una solución muy recomendable para jugadores Pre Benjamines, ya que las distancias y el número de jugadores son menores, por lo que aumenta el protagonismo de cada jugador, el número de contactos con el balón y, por consiguiente, favorece la técnica. ¿Cuántas veces hemos visto un jugador talentoso y hemos dicho: «parece un jugador de fútbol sala«?
Siguiendo con la etapa de iniciación, en estas edades los niños se caracterizan por los rápidos progresos en el aprendizaje motor, el conocimiento de las posibilidades de su cuerpo, etc. (ver artículo sobre «Psicomotricidad en Fútbol«), por lo que el desarrollo de las capacidades perceptivo-motrices (coordinación, equilibrio y agilidad) resulta imprescindible.
Dicha etapa la podríamos dividir, a su vez, en: Iniciación propiamente dicha (Pre Benjamín y Benjamín) y Aprendizaje (Alevín e Infantil). ¿Por qué hacemos esta división? Muy sencillo, en edades tempranas como las de la categoría Pre Benjamín y Benjamín la capacidad de concentración del jugador es pequeña. O, mejor dicho, la facilidad para distraerse con cualquier cosa es muy grande. Por lo tanto, no debemos abusar de explicaciones largas, sino que debemos ser claros y directos, planteando juegos sencillos en los que el balón y los jugadores sean los protagonistas. Sin embargo, nuestra misión como entrenadores y formadores será la de adaptar o condicionar estos juegos en busca de un objetivo concreto: un gesto técnico, el desarrollo de alguna capacidad perceptivo-motriz de las que ya hemos mencionado, etc.
También debemos realizar ejercicios en los que se pongan en práctica valores deportivos, como el trabajo en equipo, el juego limpio y la deportividad, el respeto a los compañeros, a los árbitros y a las reglas del juego… Todo lo que les inculquemos desde pequeños será más fácil que lo apliquen cuando sean mayores. Del mismo modo, debemos fomentar hábitos de vida saludables, como una alimentación sana o una higiene correcta, ya que todo lo que se aprenda en esta edad se tomará como costumbre en adelante.
A medida que los jugadores van creciendo, su interés por lo que hacen aumentará y, con él, la capacidad de atención. Gracias a ello, podremos empezar a trabajar los primeros conceptos técnicos individuales (conducciones, regates, pases, controles) y colectivos (acciones combinativas), explicando cómo se realizan y corrigiendo en caso de qué no se ejecuten correctamente. Como consecuencia, se debería producir un aprendizaje y, precisamente por ello, he denominado esta etapa como la de «Aprendizaje«.
Dicha etapa podría incluir jugadores desde el último año de Benjamín hasta el último de Infantil, categoría en la que, si recordamos la propuesta anterior, se produciría el salto al fútbol 11.
Como todo proceso en la vida, se debe avanzar desde lo más simple hasta lo más complejo, por lo que los jugadores primero se deben adaptar, evitando la especialización prematura (rotación de posiciones).
Un año o una temporada sería más que suficiente para que cada jugador decida cuál es la posición en la que más cómodo se encuentra. Superado este periodo de adaptación, llegaría el de asentamiento o consolidación, coincidiendo con el segundo año de Infantil (el último en etapa de iniciación).
Segunda etapa: Desarrollo
Y, a partir de ahí, tendría lugar un periodo de perfeccionamiento, que sería el momento de poner en práctica todos los conceptos aprendidos hasta entonces, de sacar provecho a la técnica adquirida a través de un comportamiento táctico correcto. Este momento corresponde con la etapa de Desarrollo, en la cual el entrenador debe dotar al jugador de los conocimientos tácticos necesarios para sacar el máximo partido a sus cualidades técnicas y ser lo más eficaz posible.
Por lo tanto, esta etapa estará más enfocada a trabajar el aspecto táctico (posicionamiento en acciones ofensivas y defensivas). No obstante, es recomendable seguir trabajando la técnica, tanto individual como colectiva. Sin embargo, se le empezará a dar más importancia a la técnica defensiva (despejes, entradas, interceptaciones) y del portero (despejes, paradas/blocajes, desvíos), ya que ahora sí se producirá una especialización por puestos.
Así mismo, se deberá continuar trabajando las capacidades perceptivo-motrices y comenzará a tomar protagonismo el entrenamiento de las capacidades físicas, como la fuerza, la velocidad, la resistencia y la flexibilidad.
Hay que tener en cuenta que es una etapa difícil, que coincide con la adolescencia, y en ella se producen cambios físicos y de personalidad en los jugadores. Por lo tanto, nuestro trabajo debe estar enfocado, por un lado, en adaptar las cargas físicas, los tiempos de descanso y de recuperación. Del mismo modo, debemos empezar a realizar sesiones de estiramientos específicas y dirigidas al final de los entrenamientos (si también se realizan al principio, mejor) para reducir el riesgo de lesiones.
En la etapa de Iniciación sería bueno realizar sesiones de estiramientos, ya que, como hemos comentado, todos los hábitos que se creen en esta etapa, se van a tomar como costumbre más adelante. No es necesario realizar sesiones demasiado específicas, pero sí crear el hábito.
Por otro lado, se tienen que trabajar aspectos psicológicos. Es una etapa en la que se pueden producir abandonos en los estudios y otras situaciones que afecten al rendimiento del jugador, por lo que debemos tenerlo presente y saber actuar: apoyándoles cuando lo necesiten, motivándoles… En definitiva, hacer un trabajo de coaching, que últimamente está muy de moda.
Tercera etapa: Rendimiento
Y, por último, la etapa de Rendimiento, es la etapa de la competición, la etapa en la que sólo vale ganar. Es la única (o debería ser así) en la que el resultado está por encima de todo. En mi opinión, ni siquiera en esta etapa el resultado debería ser lo más importante, sino que el trabajo y la forma de hacer las cosas tienen que prevalecer, ya que los resultados llegarán como consecuencia de ello. Pero la realidad no es esa y, en esta etapa, si encadenas 5 derrotas seguidas, por muy bien que trabajes, por mucha ilusión que tengas, difícilmente continúes en el puesto.
Por lo tanto, el objetivo del entrenador deberá ser sacar el máximo rendimiento de su plantilla. Para ello, deberá seguir la línea de las etapas anteriores, progresando y trabajando aspectos técnicos, tácticos y buscando el nivel de condición física óptimo de cada jugador. Todo ello adaptado al modelo de juego en el que confíe o considere más adecuado para ganar los partidos.
Esquema y conclusión final
Para finalizar, os dejo un esquema en el que queda reflejada esta clasificación, las edades y categorías que comprende cada etapa y los aspectos que se deben trabajar en cada una de ellas.
Estas etapas se pueden extrapolar perfectamente a cualquier ámbito de la vida, ya que todo empieza con una primera toma de contacto, continúa con un aprendizaje y su posterior desarrollo y finaliza con un resultado, que es el objetivo buscado, el que va a determinar si el trabajo se ha realizado correctamente o no, y que será consecuencia del rendimiento.